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La Transición hacia una Agricultura Ecológica

Actualizado: 6 dic 2024

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En esta entrada se presentan las diferencias entre la agricultura industrial y una agricultura basada en los procesos naturales, que podríamos llamar “ecológica”. Analizaremos las claves técnicas, y económicas de ambas prácticas, para determinar si la transición hacia prácticas agrícolas sostenibles es factible.


La Agricultura Industrial y sus Condicionantes

Desde que empezamos a cultivar plantas en asentamientos acotados, el criterio productivo más valorado ha sido el rendimiento, entendido como la cantidad de producto obtenido por unidad de superficie. A ello responde nuestro apego por el monocultivo y el afán de batir marcas año a año. El incremento en productividad de los cereales en el mundo se duplicó desde dos toneladas por hectárea a cuatro en las últimas cuatro décadas, según la FAO.

Ello ha permitido sostener el crecimiento de la población mundial sin aumento en la superficie labrada. La imagen izquierda muestra la superficie labrada en miles de millones de hectáreas ente 1961 y 2022, en color rosa. La superficie de labranza que no ha hecho falta labrar gracias a los aumentos en rendimiento, se muestra en color gris.

Las claves de este espectacular logro radican en los avances de la agricultura industrial, y en especial, de los fertilizantes y otros agentes químicos para la protección de las cosechas. El consumo de fertilizantes aumento en un 50% durante las cuatro últimas décadas.

Veamos ahora las fuentes de los principales nutrientes asimilados por la planta. La fracción de carbono contenida proviene de la atmósfera, gracias a la energía proveniente de la fotosíntesis. El resto de los elementos como el nitrógeno, el fósforo, el azufre y los microelementos (también llamados elementos traza) provienen del suelo. En la agricultura industrial, el aporte de estos últimos se realiza mediante formulaciones químicas a base de nitratos, fosfatos o sulfatos, etc.

Se podría decir que algo menos de la mitad de la población mundial depende para su alimentación de los fertilizantes inorgánicos. Por tanto, el modelo de agricultura industrial ha generado una menor dependencia de la superficie labrada a costa de una mayor dependencia de los fertilizantes y otros compuestos de síntesis.

Veamos ahora la diferencia entre las vías que siguen los nutrientes en la naturaleza y sus consecuencias para la implantación de la agricultura ecológica.


Diferencias en las Vias de Asimilación 

A diferencia de la agricultura industrial, en la naturaleza los nutrientes se reciclan en gran parte a través de una etapa en la que la materia vegetal que perece se recicla volviendo a formar parte del suelo. Otra parte se obtiene a partir de minerales provenientes del propio entorno (imagen derecha).

El reto de emprender prácticas agrícolas ecológicas entraña seguir cosechando productos, como en la agricultura industrial, pero manteniendo la incorporación de nutrientes exógenos en formas orgánicas y minerales asimilables por la rizosfera del suelo.

A cambio de recibir los nutrientes procesados por la rizosfera, la planta aporta energía fácilmente asimilable en forma de exudados radiculares que mantienen la rizosfera. Los exudados representan un coste energético para la planta, que no tiene lugar en el caso de la fertilización inorgánica, ya que las formas químicas de los nutrientes se asimilan directamente. Ese diferencial de energía entre las dos formas de asimilar los nutrientes se manifiesta en diferencias en rendimiento.


Diferencias en Rendimiento y Rentabilidad

La mayoría de las experiencias dirigidas a comparar el rendimiento entre cultivos con fertilización inorgánica y orgánica muestran una diferencia en torno al 30% en favor de la primera. Existe, por tanto, un consenso en que la agricultura industrial basada en fertilizantes inorgánicos aventaja a los métodos ecológicos por un margen significativo.

Un mayor rendimiento podría asociarse a primera vista con una mayor rentabilidad, pero veremos que las cosas no son tan simples como parecen. La imagen de la derecha muestra los ingresos agrícolas netos de los agricultores canadienses (verde) y los ingresos brutos (azul), ajustados a la inflación, entre 1926 y 2016 (ver Referencia, Qualman 2017). Los datos indican que los agricultores llevan una tendencia de ganancias a la baja desde el final de la II Guerra Mundial. La razón de esto radica en los crecientes costes de producción, entre los que destacan los fertilizantes, pesticidas, herbicidas y similares. Esta tendencia se ha observado en otras áreas económicas, como Estados Unidos y Europa. Según un reciente informe de la Aseguradora Allianz, los ingresos netos de los agricultores cayeron un 12 % en la UE y hasta un 22 % en Francia entre 2022 y 2023. Los agricultores sólo mantienen su actividad por el efecto salvador de los subsidios públicos. Según los informes de la UE (ver Referencias), los agricultores de la Unión recibieron pagos directos por valor de 38.200 millones de euros en 2019, al margen de otras ayudas específicas e indirectas. Por tanto, podemos concluir que, sin ayudas, la agricultura industrial presenta importantes problemas de viabilidad en la actualidad. Las noticias nos dan cuenta de la situación sobre este tema y no voy a seguir por ahí, pero he incluido documentación en la sección de Referencias.

Distintas experiencias apuntan a que la no dependencia de los fertilizantes inorgánicos favorece la rentabilidad de las prácticas ecológicas.

A modo de ejemplo, un estudio de campo dirigido a aclarar esta cuestión en 2018 analizó la rentabilidad en 10 cultivos paralelos (fertilización inorgánica y orgánica) en maíz, revelando que las prácticas naturales arrojaban rendimientos un 29% inferiores a las prácticas convencionales, pero los menores costes de producción contribuyeron a aumentar la rentabilidad hasta un 78% (Imagen derecha).

Otros beneficios, como el mayor contenido en Materia Orgánica en el Suelo (MOS) o la mayor biodiversidad no se tuvieron en cuenta como beneficios directamente imputables, pero los investigadores declararon una correlación directa entre el valor de MOS con el nivel de beneficio obtenido en los cultivos.

A pesar de estas evaluaciones favorables, un problema inherente a la implantación de las prácticas ecológicas, como reconocen los propios investigadores, es que la transición de la agricultura industrial a la ecológica requiere un periodo de aprendizaje que no está exento de riesgos. A este aspecto le dedicaremos la próxima entrada.

Aunque parece que la agricultura ecológica puede ofrecer un futuro para los agricultores, todavía nos queda un gran dilema por resolver: ¿Podrán cubrirse las necesidades alimenticias de una población creciente con un modelo de agricultura ecológica que aporta menores rendimientos?


Una Opción: Cambiar el Patrón de Uso del Suelo

En los apartados anteriores hemos concluido que la diferencia en rendimiento entre la agricultura industrial y la ecológica (30%) es una cuestión inherente a los procesos y no admite mejoras técnicas sustanciales. En ese caso, una opción práctica que permitiese aumentar la superficie agrícola labrada para consumo humano podría compensar esa diferencia en rendimiento. Un análisis integral del uso del suelo en la agricultura alumbra el camino.

La gráfica de la izquierda indica el destino que le dimos a los cereales que producimos a nivel mundial entre 1961 y 2021. La mitad se destinó a la alimentación humana (azul), pero una fracción más o menos equivalente (granate) se destinó a la alimentación animal. El nivel de consumo de carne, sobre todo en las sociedades avanzadas, tiene repercusiones negativas sobre la salud y el medio ambiente. Por otra parte, la producción de carne, sobre todo de vacuno, se considera energéticamente ineficiente. Por ejemplo, la carne de vacuno solo contiene el 1,9% de las calorías consumidas por el animal. A la vista de estos datos, parecería razonable contemplar una reducción de la superficie destinada a la producción agrícola para consumo animal en favor del consumo humano y a la agricultura ecológica, precisamente.


Otro estudio (una vez más, de la prestigiosa publicación de la Universidad de Oxford “Our World in Data”) calculó la superficie agraria empleada en el hipotético caso de que la población mundial adoptase al unísono distintos tipos de dieta. La imagen de la derecha muestra que la eliminación de la carne de vacuno y ovino liberaría la mitad de la superficie agraria actualmente en uso. En el caso extremo en el que los humanos adoptásemos una dieta exclusivamente vegana, la superficie agrícola actualmente requerida para alimentarnos (4.000 millones de hectáreas) descendería en un 75%.

Estos estudios hipotéticos, ilustran el peso que tiene en el uso del suelo la producción y el consumo de carne y que su moderación podría abrir oportunidades para aumentar la sostenibilidad del planeta, entre las que se encuentra implantación de la agricultura ecológica.

Los beneficios adicionales de la adopción de una agricultura ecológica van más allá del marco cuantificable con criterios convencionales. La agricultura ecológica resulta en alimentos con una mayor densidad nutricional en micronutrientes y contienen sustancias naturales que favorecen la respuesta a procesos inflamatorios, infecciosos y al refuerzo de la respuesta inmune. También contienen menos restos de sustancias potencialmente dañinas para la salud (pesticidas, herbicidas...). Al margen de estos efectos beneficiosos para la salud, la agricultura ecológica enriquece la biodiversidad del entorno, mejorando procesos como la polinización, el control de plagas por vías naturales y las propiedades funcionales del suelo, como la retención de agua y ausencia de eutroficación. Estos procesos no se asocian a la economía agrícola, pero deberían tenerse en cuenta a la hora de evaluar los beneficios de una transición hacia una agricultura ecológica.


Conclusión

Vistos los datos, queda claro que le agricultura industrial ofrece rendimientos considerablemente mayores que la agricultura ecológica y este aspecto es muy importante de cara a cubrir las necesidades alimenticias de la población. Sin embargo, la agricultura industrial es cada vez más dependiente de las subvenciones para asegurar su mantenimiento, debido al coste de los fertilizantes y otros compuestos de síntesis. La agricultura ecológica no depende de los productos de síntesis y arroja una mejor rentabilidad. Además, la agricultura ecológica ofrece un número importante de beneficios generales que no se computan en los balances económicos, algo que debería tenerse en cuenta.

Una manera razonable de realizar la transición hacia la agricultura ecológica sería la de cambiar el patrón de uso del suelo, destinando más superficie a la producción para consumo huma

no y menos al consumo animal. Ello supondría una reducción del consumo de carne animal, con especial énfasis en la bovina.

En la siguiente entrada exploraremos en detalle las técnicas de agricultura ecológica actualmente en desarrollo, con ejemplos prácticos en nuestro entorno.


Referencias

Qualman, 2017. Agribusiness takes all: 90 years of Canadian net farm income. Esta referencia cubre la economía de los agricultores en Canadá.


EU agriculture statistics: subsidies, jobs, production (infographic), 2021.Documento genérico sobre la economía agrícola de la UE, conde se presentan datos sobre subvenciones.


Regenerative agriculture: merging farming and natural resource conservation profitably. Investigación realizada por la Fundación Ecdysis acerca del rendimiento y la rentabilidad de la agricultura industrial y la agricultura ecológica.


Soil Health and Nutrient Density: Beyond Organic vs. Conventional Farming. Artículo de investigación que destaca los aspectos positivos de los productos agrícolas obtenidos por métodos orgánicos.


If the world adopted a plant-based diet, we would reduce global agricultural land use from 4 to 1 billion hectares. Documento de la publicación Our World in Data sobre el uso del suelo, destacando la superficie agrícola dedicada a la alimentación humana y animal.


Is organic really better for the environment than conventional agriculture? Artículo de Our World in Data dedicado a comparar la agricultura industrial y la ecológica en distintos ámbitos. Refleja la complejidad de esta materia. Pone en cuestión la validez de la agricultura ecológica, aunque los argumentos me parecen discutibles.


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